martes, 8 de septiembre de 2009

¿El chupitira?

Articulo realizado por Juan José Palop en el Avisador Malagueño

¿POR QUÉ AL BARRIO DE LA VICTORIA SE LE CONOCE TAMBIÉN COMO BARRIO DE CHUPA Y TIRA?
Hasta hace unos veinte o treinta años, todo el mundo en Málaga sabía que al Barrio de la Victoria se le conocía también como “Barrio de Chupa y Tira”. Pero a medida que han ido llegando las últimas generacio-nes de malagueños, ese apodo, referido a uno de los barrios con más solera y mejor definición en Málaga, ha ido quedando un poco en el olvido. Aquí están, por eso, estas líneas para recomponer esa costumbrista memoria histórica malagueña, que arranca de cuando el Barrio de la Victoria comenzó a existir como tal; es decir, cuando los malagueños empezaron a salir de las viejas mu-rallas musulmanas de la ciudad y extenderse por el campo hacia el Santuario de la Patrona de Málaga, la Virgen de la Victoria, Santuario ubicado por cierto en el mismo lugar donde los Reyes Católicos estable-cieron su campamento, a los pies del, a la sazón, monte San Cristóbal, hoy monte de las Tres Letras, para la toma de Málaga, ocurrida en el año 1487.En busca de nuevos aires, más sanos que los que se respiraban en una ciudad de la Edad Media amurallada y sin saneamiento, los malagueños fueron aposentándose en calles nuevas y de cotas más al-tas, con nombres como Plaza de la Merced, calles Victoria, Agua, Lagunillas, Huerto del Conde, Compás de la Victoria, Cruz Verde o Altozano; precisamente esta última registraba su nombre primitivo como “altosano”, con “ese” en referencia a esos aires sanos fuera de las murallas.

Así las cosas, en estos parajes nuevos se fueron aposentando gran número de malagueños que in-tegraban la clase administrativa de Málaga. Una clase que tenía que aparentar antes que otra cosa, usando vestimenta “administrativa” (cuellos, pecherines y puñetas almidonados y trajes apropiados) y casas ade-cuadas a su rango social. Lo que se suele decir “quiero y no puedo”. Pero había que poder. Y esa clase administrativa de algún sitio tenía que sacar el dinero para “poder”. Lo sustraía de la alimentación, haciendo las económicas comidas de las que entonces se llamaban “de pobres”, fundamentalmente sopas de almejas, cuyos ingredientes eran agua, almejas, perejil y rodajas de pan. En esta tesitura, el comensal cogía la almeja, chupaba el molus-co y el caldo y tiraba la cáscara; así una y otra vez, hasta que se acababan las almejas en el plato.De ahí el nombre de “Chu-pa y Tira” para el Barrio de la Victoria, aunque muchos simplifican el apodo y lo convierten en el an-daluz “Chupitira”. Pero ese calificativo no era ni es peyorativo, en absoluto, sino que responde con toda naturalidad a cuando en el barrio se fue estableciendo, fun-damentalmente desde 1869, la pequeña burguesía de Málaga, en la que figuraban, por ejemplo, modistas, floristas y propietarios de talleres de lavado, planchado y almidonado de ropa y pequeños comerciantes. Nada de navajeros. Precisamente Arturo Reyes ambientó en el barrio de la Victoria su no-vela “Las de Pinto”, con un grupo de pequeños comerciantes victorianos como protagonistas.




Foto: Año 1940. Calle Victoria con el tranvía de circunvalación.
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